22 de enero de 2009

Sentido común de un limpiabotas:Experiencias de un empresario de primera generación (Manuel Arsenio Ureña)

Sentido común de un limpiabotas:Experiencias de un empresario de primera generación

Escrito por: FERNANDO I. FERRÁN
8 Noviembre 2008, 8:01 PM
Periodico Hoy

Los que se relacionan con el mundo como si fueran dioses, olvidan cuán difícil es poner los pies sobre la tierra. Endiosados, no tienen porqué sentirse mal por el pasado, tampoco responsables del presente y mucho menos comprometidos con el futuro.
Pero resulta ser que en el Olimpo no hay inquilinos pues, en la tierra nada es seguro ni para siempre.
La provisionalidad es terreno fértil de una historia demasiado humana en la que incluso las grandes herencias familiares y hasta el poder de los grandes imperios se suceden al vaivén de algunas vacas gordas y de sobradas vacas flacas.
Lo que perdura en la memoria de tan titubeante historia es la riqueza del “self made man”, autodidacta a la fuerza que sólo le debe a su trabajo y a su esmero, a su esfuerzo y a su vergüenza, su sacrificio y a su honor.
De ahí el interés por prescindir de duendes engreídos y atisbar cómo los mortales cruzan el Rubicón de la pobreza.
Para lograrlo, conviene releer la cuarta de las siete conferencias magistrales que recopila José Báez Guerrero en la obra: Cátedras Funglode de Éxito Empresarial, 2008.
Es de esa cátedra que retengo diez experiencias ejemplares y útiles para los de abajo.
Primera experiencia: si es bueno no es gratis. Las dádivas no convienen ni son conducentes a lo mejor. La línea de partida es el deseo de superación y de abnegación de uno mismo.
“Nosotros comenzamos desde cero y tal vez la primera lección que queremos compartir con los jóvenes de hoy es que el dinero fácil no existe. Esas riquezas relámpago que nos toca ver de vez en cuando, son generalmente fruto de negocios oscuros que por alguna razón terminan mal.”
Segunda experiencia: formación. Con la debida disposición, la buena educación, por limitada que sea, da frutos abundantes. “La Academia Santiago era en esos tiempos una especie de “Harvard Cibaeño” donde el profesor Antonio Cuello, ese profesor venerable, preparó a tantas generaciones en lo que se llamaba entonces “Contabilidad y Comercio”.
Ahí aprendí a llevar la contabilidad de un negocio, a preparar y a leer los estados financieros y sobre la ética y los principios de los negocios.
Tercera experiencia: ahorro e inversión. La preparación facilita el camino, pero se requiere mucho más para emprender la vida del empresario y de los negocios.
“Prepararse, sin embargo, no garantiza nada si uno no está dispuesto a aceptar las privaciones que conlleva capitalizarse. Si uno no está dispuesto a practicar la virtud del ahorro. En las tardes de los domingos, después que salía del trabajo, puse mi primer negocio: compré una caja para limpiar zapatos y trabajé muchas tardes de muchos domingos. Ahorré todo lo que pude y más. (…) Sin comerme un dulce, como dicen, dondequiera que veía una oportunidad a mi alcance de invertir algo invertía.”
Cuarta experiencia: credibilidad. La confianza es el principal activo intangible sobre el que se levanta, y del cual depende cualquier tipo de negocio.
“Ya casado, mi esposa y yo decidimos montar un tarantín en la avenida Valerio, de Santiago. A ese tarantín le llamamos con orgullo “Almacén de Provisiones”. La fama corrió de que honrábamos la palabra empeñada, y de que éramos `buena paga.´ Y aprendimos que esto era un activo de gran valor para una empresa.”
Quinta experiencia: crecimiento pausado. Como el motor de arranque se ahoga cuando se inunda de gasolina, el crecimiento de un negocio se paraliza si recibe más recursos financieros de los que puede manejar.
“Nunca habíamos tomado un préstamo bancario. Ni siquiera pensábamos que un banco nos podía prestar. Pero un buen día, arrastrado por la fama, llegó un funcionario del Banco de Reservas a ofrecer una “línea de crédito”. Pasó un rato para que yo entendiera de qué se trataba.
Esa “línea de crédito” era muy holgada para nuestro nivel de operación y decidimos usarla con suma prudencia, sabiendo que el crecimiento tiene su paso.
El crecimiento anormal puede echar a perder un negocio. A nosotros nos llegó a su debido tiempo, pues éste no sólo se basó en posibilidades financieras, sino más que todo en atraer clientes.”
Sexta experiencia: relaciones personales. Las personas y el respeto a ellas y a sus intereses encarnan el destino del negocio. “Una empresa es en el fondo una red de relaciones humanas y, según sean esas relaciones, así le irá a la empresa… Todo negocio debe ser beneficioso para las dos partes.”
Séptima experiencia: trabajo y trabajadores. Sin empleados no hay empresa y sin ésta no hay trabajo.
“Un trato justo al empleado, con deferencia y con oportunidades de superación, es una de las mejores inversiones que una empresa pueda hacer para asegurar su presente y construir su futuro.”
Octava experiencia: riesgo calculado. El hombre de negocios no puede ser temerario ni timorato.
“El éxito como empresario, además de la prudencia se requiere la disposición a tomar riesgos”. El instinto, los datos, las recomendaciones de los asesores, ayudan, pero no eliminan el riesgo que es una parte inseparable de los negocios, de las inversiones.”
Novena experiencia: responsabilidad. La relativa baja rentabilidad de un negocio no es razón suficiente para no ayudar a los demás. “No importa de qué tamaño sea la empresa, siempre es posible cumplir con una cuota de responsabilidad social. El éxito empresarial no puede ser calificado como tal si no se ha cumplido con la cuota de responsabilidad social que nos toca.”
Décima experiencia: desarrollo y microcrédito. Para superar el estado de pobreza de la población pocos caminos hay más efectivos que la transformación empresarial del sector informal de la economía.
“El desarrollo empresarial es a nuestro entender una manera sabia de enfrentar la pobreza. (…)
Es cierto que la inversión extranjera tiene un papel preponderante en aumentar la capacidad en el país de crear riquezas. Pero también es cierto que uno de los sectores más dinámicos en la creación de empleos en los últimos años han sido el sector informal y el sector de la pequeña y mediana empresa”.
“Nosotros comenzamos desde cero y tal vez la primera lección que queremos compartir con los jóvenes de hoy es que el dinero fácil no existe. Esas riquezas relámpago que nos toca ver de vez en cuando, son generalmente fruto de negocios oscuros que por alguna razón terminan mal.”
Zoom
Narra experiencia
Quien nos narra su experiencia personal es Manuel Arsenio Ureña, quien no solo nació con los pies sobre la tierra, sino que comenzó limpiando las botas sucias de los demás. Posteriormente obtuvo su “título de grado y de post-grado en la Universidad de la Vida”. Gracias a esta experiencia, practicó una austeridad casi franciscana, pudo juntar el capital inicial para hacer inversiones en negocios de lubricantes y agrícolas, y ha dejado desde entonces y ante todos una estela de ejemplo, de bonhomía y de humanidad. Y todo porque, como a buen “dominicano común, lo que más le gusta es un ´negocito´”.

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